La verdad desnuda

¿Quién no ha sentido alguna vez que no entiende lo que está pasando en tu propia compañía? o que ha sentido que hay una desconexión entre lo que se dice y lo que se hace, o que hay una falta de transparencia y alineación entre los diferentes niveles y áreas de la organización.

Seguro que más de uno. Muchas empresas sufren de una falta de visión clara y compartida de su situación actual y de su dirección estratégica. Esto puede llevar a una pérdida de eficiencia, competitividad e innovación por decisiones sub-óptimas para la organización, así como a una baja satisfacción y compromiso de los empleados y clientes.

Para evitar este escenario, no sólo es necesario saber hacia dónde quiere ir la compañía (estrategia) sino que también es necesario conocer la verdad de lo que pasa actualmente en ella para poder llegar al estado ideal visionado. Mediante una arquitectura empresarial completa (con información transparente de todas las áreas de la empresa) y sólida (coherente y real), podemos ayudarnos en ambas tareas.

«Todo lo que ofrezco es la verdad»
Morfeo (Matrix) y todos los arquitectos empresariales

Podemos decir que la arquitectura empresarial es el conjunto de principios, modelos, estándares y herramientas que describen y guían la estructura, el funcionamiento, el comportamiento y la evolución de una organización. La arquitectura empresarial permite tener una visión integral y holística de la compañía, desde sus objetivos y valores, hasta sus procesos, sistemas, recursos y capacidades.

La arquitectura empresarial nos ayuda a conocer la verdad de lo que pasa en la compañía, y también a saber el camino a usar en la estrategia. Al tener una visión clara y compartida de la situación actual, podemos identificar aspectos claves de la organización como la manera de trabajar o los flujos de valor y así focalizar el esfuerzo en puntos clave para la organización.

Por ejemplo, podremos definir unos objetivos y asegurar que estén alineados entre ellos (no tener dos unidades remando en sentido opuesto) y con la estrategia de la organización. Al definir las iniciativas, asegurar que tienen impactos deseados en los puntos deseados. Sin olvidar los indicadores que nos permitan conocer si nos vamos acercando a la visión deseada. Y este es sólo un ejemplo de cómo puede ayudar la arquitectura empresarial a conocer la verdad de la empresa, pero hay innumerables.

La arquitectura empresarial es como un espejo que refleja la realidad de la organización, sin adornos ni engaños. Es como el niño que en el famoso cuento de Hans Christian Andersen, «El traje nuevo del emperador», dice la verdad sobre el rey que va desnudo, mientras que todos los demás fingen ver un traje maravilloso.

Ilustración de Vilhelm Pedersen (1820-1859), el primer ilustrador de Andersen.

Por eso la arquitectura empresarial es tan importante. Pero aún más en las organizaciones que se quieren abordar procesos de transformación de cualquier naturaleza, ya que nos ayuda a diseñar, planificar, ejecutar y controlar los cambios, asegurando la coherencia, la eficacia y la eficiencia de las acciones y los resultados.

Para que la arquitectura empresarial cumpla su función, es necesario que se base en unos procesos y unas mediciones adecuadas. Los procesos son las actividades que se realizan para lograr los objetivos de la organización, y las mediciones son los datos que se recogen para evaluar el desempeño de los procesos. Así podremos ver si nos acercamos al estado ideal visionado o si hace falta ajustar alguna iniciativa.

Los procesos y las mediciones son esenciales para garantizar la calidad, la mejora continua y la innovación de la compañía. Sin ellos, la arquitectura empresarial sería una mera declaración de intenciones, sin evidencia ni seguimiento de su cumplimiento. Para poder ofrecer la verdad, se debe observar lo que está pasando y entender por qué está pasando.

¿Qué es la arquitectura empresarial?

La arquitectura empresarial tiene como objetivo facilitar el alineamiento entre la estrategia, los procesos, los sistemas, los recursos y las capacidades de la compañía, con el fin de mejorar su eficiencia, competitividad e innovación. Pero esto abarca un amplio espectro de actuaciones y conocimiento de la empresa.

Así, la arquitectura empresarial la podemos ver descrita de maneras distintas, dependiendo de los puntos de vista que se tomen para su análisis. Una manera muy extendida de describirla es mediante la descomposición de cuatro dominios principales:

  • El dominio de negocio, que define los objetivos, los valores, las reglas y los roles de la organización, así como los procesos y las actividades que se realizan para lograrlos.
  • El dominio de información, que define los datos que se generan, se almacenan, se procesan y se comparten en la organización, así como su estructura, su calidad y su seguridad.
  • El dominio de aplicaciones, que define los sistemas y las aplicaciones que soportan los procesos y las actividades de la organización, así como su funcionalidad, su interoperabilidad y su arquitectura.
  • El dominio de tecnología, que define los recursos y las infraestructuras que permiten el funcionamiento de los sistemas y las aplicaciones de la organización, así como su rendimiento, su escalabilidad y su disponibilidad.

Los dominios se encuentran relacionados, comenzando desde el negocio y terminando en el de tecnología, los dominios inferiores se basan en los superiores. Si no comprendo cómo opera mi negocio, no sabré que información debo tratar, y por lo tanto no conoceré qué aplicaciones y tecnología son las mejores. Centrarse solo en los dominios de aplicación y tecnología es como hacer la maleta sin saber ni dónde se va, ni para hacer qué, ni para cuanto tiempo. A lo mejor se acierta, pero no es lo más probable.

La arquitectura empresarial se gestiona mediante un ciclo de vida iterativo, que comprende las fases de definición, diseño, planificación, ejecución y control de la transformación de la organización, de acuerdo con su visión y su estrategia. A través de las diversas iteraciones, podremos aprender de la experiencia y adaptar las tácticas (e incluso la estrategia) al cambio. A lo largo del proceso, se generan diferentes tipos de vistas que muestran los elementos y las relaciones de cada dominio, así como las dependencias y los impactos entre ellos. Todo ello para obtener la fotografía actual de la empresa, la fotografía deseada y los pasos intermedios para llegar a ella, siendo conscientes de las consecuencias de cada paso (decisiones informadas).

Diferentes niveles de la arquitectura empresarial

Sin duda podemos decir que la arquitectura empresarial es una herramienta fundamental para conocer la realidad de la compañía y para saber el camino a usar en la estrategia. Sin ella, corremos el riesgo de perder el rumbo y el sentido de nuestra organización; el riesgo de vivir en una ilusión, como el emperador desnudo.