¿Qué pasaría si…?

Los escenarios «What if», que se podrían traducir como «¿Qué pasaría si…?», son herramientas utilizadas en planificación y análisis para ayudar a las organizaciones a anticipar posibles futuros y prepararse para ellos. Estos escenarios permiten explorar y entender posibles combinacionesde causa efecto, especialmente en aquellos casos que son altamente inciertos pero que podrían tener un impacto significativo en las operaciones de las compañías o en su entorno.

Los escenarios «What if» nos permiten la exploración de futuros alternativos, teniendo en cuenta múltiples opciones posibles, no solo el más probable o el deseado. Viendo como varían los escenarios dependiendo de cada variable, podemos identificar factores críticos tales como eventos, tendencias o aspectos clave que podrían influir significativamente en el futuro de la organización. Esta visión nos permite desarrollar una narrativa coherente para cada escenario, herramienta muy útil en los comités, ya que podemos proporcionar detalles sobre cómo podría evolucionar ese futuro particular.

Así, los escenarios «What if» son herramientas de análisis de Impacto donde se evalúa cómo cada escenario podría afectar a la organización y qué acciones se deberían tomar para aprovechar las oportunidades o mitigar los riesgos asociados.

Aplicaciones comunes de los escenarios «What if»:

  1. Planificación Estratégica: Ayudan a las organizaciones a desarrollar estrategias flexibles que puedan adaptarse a diferentes futuros posibles.
  2. Gestión de Riesgos: Permiten a las organizaciones identificar posibles riesgos y prepararse para ellos, incluso si esos riesgos son inciertos o imprevistos.
  3. Toma de Decisiones: Ofrecen una base sólida para tomar decisiones informadas, especialmente en situaciones de alta incertidumbre.
  4. Innovación: Proporcionan un espacio para pensar de manera creativa y fuera de lo convencional, lo que puede llevar a la identificación de nuevas oportunidades o soluciones innovadoras.

Ya vamos viendo que los escenarios «What if» son una herramienta valiosa que permite a las organizaciones prepararse para el futuro de manera proactiva y estratégica, en lugar de simplemente reaccionar a los cambios a medida que ocurren.

Pero en estos escenarios, no sólo hay que preguntarse por «¿Qué pasaría si…?» («What if» ) sino también por «¿Por qué no…?», es decir, pensar en qué pasaria si influenciaramos en cada una de las variables de los escenarios de manera proactiva.
Hacerse este tipo de preguntas y analizar sus consecuencias han demostrado ser herramientas poderosas para adelantarse al futuro e impulsar el cambio, la innovación y, sobre todo, la transformación digital.
Por ejemplo, preguntarse «¿Qué pasaría si todos nuestros empleados pudieran trabajar desde cualquier lugar del mundo?» puede llevar a la adopción de herramientas de trabajo remoto y políticas más flexibles, facilitando la atracción de talento global. Por otro lado, «¿Por qué no implementamos una nueva herramienta de análisis de datos?» podría resultar en una mayor comprensión de las necesidades del cliente y en la creación de productos más acertados.
Dos sencillas preguntas, «¿Qué pasaría si…?» y «¿Por qué no…?» que pueden cobrar una relevancia inesperada.

Pero hacerse estas preguntas no es algo nuevo. Desde que el ser humano comenzó a observar su entorno y a cuestionarse el porqué de las cosas, la innovación ha sido un motor del progreso. Grandes avances en la ciencia, tecnología y arte han surgido de la simple pregunta: «¿Qué pasaría si…?». Este es el poder innato de la curiosidad. Sólo hay que imaginar a nuestros antepasados, probando cosas como comerse una fresa, con el aspecto tan peligroso que tienen.

Las organizaciones han seguido un patrón similar. Las empresas que alguna vez se preguntaron cómo mejorar sus productos, procesos o servicios, o que cuestionaron los métodos tradicionales, son las que marcaron la diferencia en el mercado. Aunque para ser justos hay que decir que a veces acertaron y otras no. En lugar de la fresa comieron una seta venenosa.

El Poder de Cuestionar el Status Quo

Afrontémoslo, el status quo es cómodo. Sin embargo, en un mundo en constante cambio, la complacencia puede ser fatal. Las organizaciones que rutinariamente se hacen estas preguntas están más preparadas para enfrentar desafíos, anticipar tendencias y capitalizar oportunidades.

Cuando Blockbuster dominaba el mercado de alquiler de películas, Netflix se preguntó: «¿Qué pasaría si las películas se transmitieran en línea?». La respuesta a esa pregunta no solo llevó a la creación de un gigante de streaming, sino también a la obsolescencia de un modelo de negocio anterior.

Tambien es cierto que lo desconocido genera desconfianza. ¿Que pasa si como la seta venenosa en lugar de la fresa? Muchas organizaciones temen al fracaso. Sin embargo, la innovación y el riesgo son inseparables. Incluso aquí podemos adelantarnos al futuro. Al cuestionar «¿Qué pasaría si fallamos?», no solo identificamos posibles obstáculos, sino que también se abre la puerta a diseñar estrategias para superarlos. Este enfoque proactivo minimiza los riesgos asociados con el cambio y la transformación.

Las organizaciones que se preguntan cómo pueden adaptar sus operaciones, modelos de negocio y ofertas al mundo digital están liderando el cambio de toda la sociedad.

La banca, por ejemplo, ha sufrido una revolución digital. Las instituciones que se preguntaron «¿Por qué no ofrecer servicios bancarios en línea?» o «¿Qué pasaría si los clientes pudieran depositar cheques usando sus teléfonos móviles?» están a la vanguardia en satisfacción del cliente y eficiencia operativa. O el retail, «Por qué no quitamos las cajas de cobro? » Y ahora disponemos de supermercados donde el simple hecho de colocar un producto en el carro lo añade a nuestra compra y al salir se nos cobra por ello sin intervención humana.

Una Cultura de Curiosidad

El uso de los escenarios «what if» y hacerse preguntas como «¿Por qué no…?» no deben ser el dominio exclusivo de la alta dirección. Para aprovechar verdaderamente su poder, es fundamental inculcar una cultura de curiosidad en todos los niveles de la organización. Cuando cada empleado se siente libre de preguntar y explorar, cuando los empleados de todos los niveles se preguntan «¿Por qué no hacemos las cosas de manera diferente?», se facilita una innovación más orgánica y diversa, y entonces, cambio y la innovación se convierte en una parte integral de la empresa.

Podemos pensar que preguntas como estas han sido la causa de productos y servicios actuales que cambiaron el status quo de la sociedad.

  • Una pregunta como «¿Qué pasaría si los teléfonos fueran más que dispositivos de comunicación?» Pudo llevar en Apple a la creación del iPhone, un dispositivo que transformó no solo la industria de los teléfonos móviles, sino la forma en que vivimos y trabajamos.
  • Una pregunta como «¿Por qué no permitir que las personas alquilen sus hogares a viajeros?» entre amigos, revolucionó la industria del alojamiento con la aparición de Airbnb.

Hay que recordar que no todas las respuestas a estas preguntas serán revolucionarias o incluso viables. Pero es el proceso de cuestionar y explorar lo que lleva a las organizaciones a descubrir oportunidades ocultas y a enfrentar desafíos de manera proactiva.

Queda claro que las preguntas «¿Qué pasaría si…?» y «¿Por qué no…?» son más que simples interrogantes; son herramientas poderosas que pueden determinar el éxito o el fracaso en la vida en general y en la era digital en particular. Al considerar una variedad de futuros posibles, las organizaciones pueden ser más resilientes y adaptativas frente a la incertidumbre y el cambio.

A través de la historia, cuestionarse el status quo, la adaptación y la evolución han sido claves para la supervivencia. De igual modo, para las organizaciones modernas, la capacidad de cuestionar, innovar y transformarse es esencial para prosperar en el paisaje empresarial del siglo XXI.

Estos interrogantes, en su simplicidad, tienen el poder de desbloquear potencial, fomentar el cambio y garantizar que las organizaciones no sólo se mantengan relevantes, sino que también lideren el camino hacia el futuro. En última instancia, son un recordatorio de que la curiosidad y el cuestionamiento son, y siempre serán, los impulsores fundamentales del progreso humano.