Vivimos en una época en la el concepto de usar y tirar es algo muy normal, pero no siempre ha sido así. Lo que se rompe se puede arreglar, y a veces con resultados mejores de lo esperado.
Existe una técnica artesanal japonesa llamada kintsugi (金継ぎ), que se podría traducir como carpintería dorada, que consiste en reparar objetos de cerámica fracturados utilizando una resina especial mezclada con polvo de oro, plata o platino. Más allá de simplemente arreglar la pieza, el kintsugi resalta las fisuras y las convierte en parte integral de su historia y belleza.
Reparar estas fracturas nos enseña que la mayor parte de las veces, los defectos se pueden convertir en virtudes. Las roturas forman parte de la pieza, cuentan su historia y la definen como algo único y original. Esta filosofía se traduce en un enfoque positivo y transformador frente a la adversidad, y puede aplicarse en el día a día de varias maneras.
El kintsugi no pretende arreglar los defectos ocultándolos, simplemente vuelve a convertir la pieza rota en algo completo, resaltando sus costuras, igual que los guerreros muestran sus cicatrices para contar su historia.
Las heridas (de todo tipo) no son algo que nos deban avergonzar u ocultar, al contrario, son lo que han forjado la persona actual, es parte de la historia. En occidente usamos la frase “lo que no te mata te hace más fuerte”, lo importante curarse y aprender. Hace tiempo me explicaba un doctor, que cuando se cura una clavícula fracturada, se crea una unión que es casi imposible que se vuelva a romper por ese sitio, porque es la parte más dura de la clavícula.

En el kintsugi las heridas no desaparecen sino que se convierten en oro, remarcando la importancia de saber reconstruirse. En un mundo en constante cambio, sobre todo en el aspecto empresarial y tecnológico, las organizaciones buscan formas innovadoras de enfrentar los desafíos y convertirlos en oportunidades de crecimiento; afrontando fallos y decepciones en el proceso. En este contexto, esta antigua técnica japonesa de reparación de cerámica fracturada, puede ofrecer una perspectiva valiosa sobre cómo abordar los contratiempos y transformarlos en algo beneficioso, en oportunidades.
Para fomentar una cultura corporativa que abrace el cambio y la adaptación como pilares fundamentales, podemos apoyarnos en la metáfora del kintsugi. Y es que el kintsugi va muy ligado también a la idea japonesa del mushin, la aceptación del cambio. Nada es eterno, todo cambia, todo se puede romper, todo se puede arreglar.
En las empresas, los líderes deben alentar a los empleados a asumir riesgos calculados, aprender de los errores y encontrar oportunidades de crecimiento incluso en momentos difíciles. Deben alentarles a arreglar las roturas y convertir la pieza final en algo más valioso. Centrarse en la resiliencia permite a las organizaciones fortalecerse y posicionarse para el éxito en un futuro en constante evolución.
Esta capacidad de sobreponerse es clave también para garantizar la continuidad y eficiencia de los sistemas de información en una organización. Si lo abordamos desde un punto de vista tecnológico, la aplicación de los principios del kintsugi puede fomentar una cultura de resiliencia en los equipos de ingeniería, donde los fracasos no se consideren como obstáculos insuperables, sino como oportunidades de aprendizaje y mejora. Promover la colaboración y la comunicación efectiva ayuda a resaltar el potencial de los equipos y permitirles enfrentar desafíos de manera más efectiva. Además, la creación de un entorno que fomente la experimentación y la innovación sin miedo a fracasar, fomenta la creatividad en el desarrollo de soluciones. Es convertir los fallos y las decepciones en oportunidades para fortalecer el entorno tecnológico. Un ejemplo claro en este sentido son los planes de contingencia.
Pero las empresas las forman personas. En el ámbito de los recursos humanos, el kintsugi debe aplicarse para promover el desarrollo humano. Los programas de desarrollo personal y profesional pueden incluir talleres de manejo del estrés, capacitación en habilidades de afrontamiento y promoción de un equilibrio saludable entre el trabajo y la vida personal. Es la promoción de una cultura de aprendizaje y mejora continua. Al fortalecer la capacidad de superación de los empleados, las organizaciones se benefician de un equipo más resistente y comprometido, capaz de enfrentar los desafíos del entorno empresarial y personal.
El kintsugi ofrece una perspectiva única sobre cómo abordar los desafío de la vida, bien sean personales, tecnológicos o empresariales desde una posición de resiliencia y transformación positiva. Al aplicar los principios del kintsugi, las organizaciones pueden fomentar una cultura de adaptación, y promover el crecimiento y la capacidad de superación individual de sus empleados. Las organizaciones pueden convertir la adversidad en una fuente de fortaleza y crecimiento; la mejor receta para posicionarse en una situación ventajosa a largo plazo en el mundo de los negocios.
Pues yo creo que la mayor parte de veces es mejor tirarlo y empezar de nuevo